A veces es Pedro Urdemales, otras veces Pedro Malasartes o Perurimá, pero siempre Pedro, el que anda por los caminos, el que puede encontrar un árbol que da monedas de plata, el que tiene una ollita mágica, un conejo ayudante o una perdiz que pone huevos de oro. Pero siempre se las arregla para sobrevivir, burlarse de los ambiciosos y los soberbios... y remover el avispero. Por eso, el solo enunciado del nombre promueve un escozor y provoca un gesto de sonrisa cómplice con que será recibida la historia. Cualquiera de sus historias, conocidas o desconocidas, vale porque recrea esa vieja costumbre, casi olvidada en otros ámbitos, de escuchar una y otra vez la misma canción. '