La fotografía, invento científico del siglo XIX, ha transformado radicalmente -como otras innovaciones técnicas de esa época- el conocimiento y la experiencia que los seres humanos tienen del mundo, y continúa modificándolos hasta nuestros días. La captación de una realidad circunscripta en el tiempo por medio de un elemento inmaterial como la luz; la 'congelación' de un objeto tangible y perceptible por medio de la visión producía, al menos en los primeros tiempos, el efecto de un milagro. La fotografía convertía en realidad, por así decirlo, un antiguo sueño del hombre: a saber, la capacidad de crear un mundo ilusorio tan convincente como el mismo mundo real. Ese reflejo del mundo real, que un proceso químico fijaba sobre una lámina de papel, era generado en un cuarto mágico, y las imágenes resultantes, es decir, la memoria de una situación espacial-temporal determinada, constituían un archivo visual. Por primera vez se podía fijar el pasado, no por medio de la palabra escrita o de imágenes pintadas, sino haciéndolo perdurar gracias a una fiel 'reproducción'. Se podía creer en ese pasado como si uno mismo lo hubiera vivido. La imagen fotográfica estaba en camino de convertirse en una memoria colectiva.