La montaña. Una promesa que Bruno me hizo cuando cumplà siete años, casi como un juramento, cifrado y vagamente inquietante, de que irÃamos a buscar la montaña interior. Después, Bruno se fue al otro lado del mundo. Y de repente, hace unos dÃas, cuando volvà de la escuela, ahà estaba, en la mesa de la cocina con mi tÃo. Me miró con un brillo especial: ¿estás listo?