En la segunda mitad del siglo XIX, las transformaciones económicas de la Argentina cambiaron la conformación del mundo del trabajo y las normas que hasta entonces habían regulado, muchas veces de manera informal, las relaciones entre trabajadores y patrones. A principios del siglo XX, el crecimiento geométrico de la masa de trabajadores y sus reclamos políticos y sindicales plantearon el dilema de la cuestión social. Las leyes no acompañaban la nueva realidad, y los asalariados solían ser los perjudicados. Uno de los actores centrales que intervinieron en el proceso de construir y garantizar un marco de protección para los trabajadores fue el Estado.