La vida, en apariencia tan reglada, está hecha de esas sutiles alteraciones que nos empeñamos en ignorar. Las llamamos errores o casualidades, hacemos de cuenta que sus efectos son nimios, que no hacen a la esencia de la trama. Fabio Morábito no practica tal escepticismo. Sabe que esos detalles no son meros detalles, sino el puente hacia un momento de felicidad o una desgracia. El nexo para que algo exista. Así, la ubicación de un clavo para colgar un cuadro puede desencadenar una crisis en un matrimonio; la hierba en un aeropuerto jugar un papel inexplicablemente crucial; incluso los extras en una película cobran vital importancia al ser acaso, ellos, los que mantienen unida y vital la historia. La mirada de Morábito detecta lo inesperado, aquello que desde el margen produce acontecimientos decisivos.