La única ventaja con la que contábamos era que nosotros sabíamos algo que ellos ignoraban. El Corazón del Dragón no le daba inmortalidad a la persona que lo llevara, sino que lo protegía de todo tipo de ataques, tanto mágicos como físicos. Pero con lo bueno también venía lo malo. Solo un descendiente de Lisabeth Derose, la Dama Draconis, podía utilizar el amuleto sin sufrir consecuencias.