El mundo tiene ahora otro Odiseo. No en el Egeo; no en Dublin transcurren sus peripecias. No es griego. No es el Bloom irlandés. Es argentino. Y se llama, en realidad, Cordero. Cordero, el paródico. Navega de mar-gen a mar-gen las páginas de una revista (cultural) a bordo de un bolígrafo con su capuchón: por el resquicio que le ofrecen los blancos, entre renglón y renglón tipográficos. O más bien: nos cuenta, en espíritu, desde el ultramundo, cómo lo hizo: sorteando fotos, grandes y pequeños titulares