Los libros de Henri Bergson, y cada uno de sus temas clásicos, como la primacía del tiempo sobre el espacio, la contemporaneidad del pasado y el presente, o la vida como diferenciación y creación, son un esfuerzo por saltar siempre detrás de las dicotomías que separan la psicología y la ontología, la conciencia y la materia, la libertad y la evolución biológica. Gilles Deleuze nos propone recorrerlos todos a partir de tres conceptos reconocidamente bergsonianos: Duración, Memoria, e Impulso vital. Pero estos conceptos no son tratados como pilares estáticos de un sistema que estaría dado desde el principio, sino como etapas de un progreso, como torsiones, respuestas a disyuntivas que obligan a dar nuevos saltos. En la progresión van cobrando nitidez otros conceptos, menos reconocidos, pero que son para Deleuze los motores del movimiento: el de multiplicidad, como opuesto a lo Uno, y el de lo virtual, como opuesto a lo posible. Comprender los problemas que mueven al pensamiento en cada momento y en cada nivel, elucidar la razón del movimiento, e inventar las condiciones de una lectura. El bergsonismo es una muestra pura de lo que significa para Deleuze leer a un gran filósofo.