Extraño oficio el de Schnagel: salva los errores que el Destino imprime en las palmas de las manos de quienes acuden a pedirle ayuda. Es una suerte de corrector e incluso, como él mismo prefiere definirse, es algo más: un destino paralelo, un contrincante capaz de trabajar a escala humana para restaurar cierta justicia que su gran enemigo ha dejado de lado. Por eso, Schnagel tatúa nuevos trazos y reescribe la ventura de sus pacientes.