Nosotros somos los otros animales enfatiza la necesidad de recuperar la dimensión espiritual de la animalidad y de pasar de una postura moral a otra ontológica y animista. "¿Estamos dispuestos a cambiar de civilización para reconectarnos con la animalidad o hemos decidido, de una vez por todas, que solo queremos conformarnos con una postura compasiva y empática que no le hace ni mal ni bien a nadie (ni siquiera al animal)?", se pregunta Lestel. El espacio animal es de una complejidad intrigante, y el deseo de comprenderlo, una de las formas de deseo más nobles a las que el ser humano pueda sucumbir.