"Al principio solo fue un papel doblado en cuatro. Después supe que era una carta. Por supuesto que me sorprendí. Me imagino que alguien que cose un dobladillo no tiene por qué meter ni un papel ni nada debajo del doblez de tela. A menos que... quiera esconderlo. Y tenía razón: nadie mete un papel en el dobladillo de un vestido, a no ser que tenga un buen motivo..."