La historia de Emilio Franck es la historia de un hombre intrépido que transcurrió en distintos países, pero que sobre todo vivió en Bolivia, desde finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX. Su historia es al mismo tiempo la historia de su familia, los Franck, pero también es la historia de ciertas coordenadas sociales que ya no existen, o por lo menos no con la intensidad, la maravilla y la violencia con la que se tramaron, por ejemplo, en la selva boliviana de los siglos pasados, en el auge de la explotación del caucho en los gomales. Aquí la "justicia por mano propia" parece simplemente justicia; la violencia puede ser de todos y para todos, con un "concepto quizá estrafalario de lo justo y caballeresco" [p. 167]. Los trabajos, las apuestas económicas y el verdadero emprendedorismo de los pioneros, como la de aquellos hombres que bien supo ver el escritor uruguayo Horacio Quiroga en los habitantes de la selva misionera. La intrepidez y la guapeza como norma que rige una vida, las vidas, tanto para cruzar un río imposible, una montaña, como para promover una candidatura política o llevar la contabilidad de un Banco. Las intrigas y los conflictos proliferan a lo largo de los párrafos, múltiples, diversos. Las misiones más o menos imposibles estructuran el relato, y el asedio permanente de enemigos mortales es novelesco: nos recuerdan a las novelas de caballerías, al igual que los recursos absolutamente extremos para enfrentarlos.