De niño abandonado en las calles de Brasil a estrella de la guitarra de jazz en la Europa de los años 30, el chaqueño Oscar Alemán vivió una instancia decisiva de la cultura popular del siglo XX. Expulsado por los nazis en 1940, su regreso a la Argentina alteró su carrera internacional pero lo arrojó al escenario principal de una sociedad marcada por el ascenso de los sectores populares de la mano del peronismo. En aquella época de tango, folclore y orquestas típicas, el intérprete de “Tengo ritmo”, “Hombre mío”, “Bésame mucho” y “Delicado” se convirtió en el único músico argentino de jazz que convocaba multitudes en los bailes y hechizaba a los oyentes de la radio. De su guitarra virtuosa emergían, como de una jukebox, todos los estilos transmutados en swing, mientras su historia de viajes por el mundo avanzaba a paso de leyenda.