Mariana es la prueba de que no es necesario usar calcetines limpios para ser una heroína: al menos así era hasta que entrado el penúltimo año de preparatoria, cuando ya tenía claro que su familia era disfuncional, que quería a su novio Santiago y que su pelo era indomable, su abuela Bibis la invitó a ser su compañera en un viaje a Italia. Jamás se imaginó que la terrible y elegantísima anciana ocultaba oscuras intenciones, y que le había llegado el momento de emprender sus propios viajes rumbo a la libertad, la independencia y las uñas de ensueño.