Titiritero, poeta y narrador, Javier Villafañe dedició a los niños, además del arte inigualable de sus títeres, un hermoso libro de versos, El gallo pinto -acompañado aquí por un par de composiciones hasta ahora dispersas, poco conocidas-, y un rico caudal de cuentos y leyendas, que en este libro se presentan reunidos por primera vez. Integran el volumen, junto a las poesías, narraciones basadas en las experiencias del titiritero, ficciones que encarnan sueños y fantasías, relatos de animales y otros cuentos de origen popular, recreados con personal estilo, historias de entonación lírica y otras animadas por un vivaz acento humorístico. La recopilación de esta obra poética y narrativa para los chicos permitirá apreciar mejor sus reconocidos valores, su arraigo en lo nacional y en lo universal, el original y enriquecedor modo de vincular muy a menudo en ella lo tradicional y lo personal, la evolución de la modalidad narrativa del autor a través del tiempo y las diversas formas que asume en sus páginas la bien lograda conjunción de realidad y fantasía. "Desde hace muchos años, desde que el Grillo es grillo y el Sapo es sapo, el Grillo no siente por el Sapo ninguna simpatía; al contrario, no lo quiere. Y no lo quiere porque el primer grillo encontró la tumba en la boca abierta del primer sapo. Y fue así: andaba el primer sapo dando saltos sobre la hierba recién pintada de verde, latiéndole el pulso en la garganta y aprendiendo a cazar moscas, mosquitos, luciérnagas y otros volátiles afines. Por una casualidad pasó a su lado el primer grillo, que iba probando las antenas y buscando la noche para empezar a cantar. Y el primer sapo, que tenía la boca abierta, se lo tragó sin ninguna dificultad. Lo grave es que le gustó el bocado. Y a partir de ese instante los grillos subsiguientes rompieron la amistad con los sapos subsiguientes. Esto ocurrió mucho antes de que Noé saliera a seleccionar parejas para viajar en su arca de tres pisos que iba a navegar cuarenta días y cuarenta noches con viento favorable y el permiso de Dios. Y cuando el Sapo y la Sapa subían al arca, casi pisándoles los talones iban el Grillo y la Grilla. El Sapo dio vuelta la cabeza, miró hacia atrás y abrió la boca con ganas de comérselos. Noé se puso furioso y gritó: -Cerrá la boca, sapo ignorante y angurriento. ¿No te das cuenta, pedazo de bruto, de que esto es el diluvio? Aquí nadie se puede comer a nadie. Todos los que suban tienen que bajar como subieron. Y si alguno se come a otro, ¿quién me lo repone? El Sapo tragó saliva y cerró la boca. Y el Grillo, sin soltarle el brazo a la Grilla, entró en el arca de Noé muy pintiparado y silbando y desde entonces se hizo músico, violinista. Estas son historias muy viejas, más viejas que el estornudo." (Fragmento de "La fiesta del grillo").