Desopilante pasquín ficcional, como dice el mismísimo Alberdi -un Figarillo muy bien parodiado-. Es prosa poética que combina sin disimulo la historia argentina -otro pasquín ficcional-, la identidad de la literatura argentina, la parodia, el onirismo, la intuición política, el pastiche estruendoso. Mezclar todo sin culpa, ensayar registros fisurados de escritura automática, corroer categorías, sabotear toda posibilidad de sentido. Como dice el sagaz Alberdillo, una perorata. Notables ecos anacrónicos de Lamborghini, Zelarayán, Aira, pero antes, una extraordinaria captación de ese Sarmiento brillante, taimado y perverso que se descubre entre líneas y, sin mucho rastreo, se deja ver de pleno en los libros fundacionales de esa ficción imposible que es la Argentina.