En la programática fusión entre arte y vida, característica en los principales movimientos de vanguardia, los primeros libros de Girondo son un verdadero registro del proceso de modernización que atravesaba Buenos Aires y la convertía en una ciudad multitudinaria, vertiginosa y cosmopolita. Un espacio pleno de contrastes y desigualdades que, si no en lo social, al menos en lo estético ofrecían un interés inagotable. Girondo, el poeta argentino que más se regocijó con la experiencia de lo nuevo, fue también quien más se horrorizó con su contracara, que no es lo viejo, precisamente, sino lo actual.