Nicolás, hijo de emigrantes judíos acomodados, crece en una Buenos Aires fascista donde sobrevive el sarcástico. Tartamudo incurable, pasa del rumano al castellano y luego al inglés y al francés. Estudiante en Paris del '68, descubre allí las complejidades del amor y la filosofía que amplifican los alucinógenos, en un viaje que sigue por Japón y lo trae de regreso al país para hacerse cargo de una familia.