Muy cerca del Estadio Monumental, donde se jugaban los partidos del Mundial 78, funcionaba la ESMA, uno de tantos centros clandestinos de detención y muerte. Allí no solo se torturaba y mataba; también se operaban los vuelos que lanzaban a sus víctimas vivas al Río de la Plata. Para entonces, miles de militantes trataban de subsistir en la clandestinidad; muchos habían sido secuestrados o asesinados. Enfrentadas y diezmadas, las cúpulas revolucionarias toman decisiones impracticables y no consiguen levantar al pueblo contra un gobierno ilegítimo y violento, cuyo plan económico destruye la industria nacional e inicia el ciclo nefasto del endeudamiento externo. Esta saga monumental culmina entre los gritos de júbilo del triunfo mundialista. Para llegar a escuchar los gritos de dolor harían falta años. Y libros fundamentales como este, que recuperaran las historias de los perseguidos.