Aunque las obras de Lewis Carroll se han clasificado dentro de la literatura infantil, su literatura escapa a esta simple reducción. El poder evocador y sugestivo de las escenas retratadas no conocen de edades; la aparente simplicidad del tejido narrativo esconde una compleja y rica jiribilla verbal, ingenio, problemas matemáticos y perspectivas lógico-filosóficas. Carroll juega con la plasticidad del lenguaje, recupera esa frescura que tanto persiguen a los poetas. Y escribiendo acerca del absurdo, del mundo de los sueños y la locura, Carroll les da un vuelco y nos presenta una historia como pocas. Pese a su popularidad en el público infantil, el lector adulto encontrará mucho que explorar. Se quedará sorprendido por el ingenio, el humor y la calidad filosófica de las preguntas que plantean Alicia y los demás personajes. El lector, chico o grande, no encontrará un momento soso en estas páginas.