El museo ofrece a todos, como un legado público, los monumentos de un esplendor pasado, instrumentos de la ostentosa glorificación de los grandes de antaño: liberalidad artificial, porque la entrada libre es también una entrada facultativa, reservada a quienes, provistos de la facultad de apropiarse de las obras, tienen el privilegio de usar esta libertad y que se encuentran por ello legitimados en su privilegio, es decir, en la propiedad de los medios de apropiación de los bienes culturales.