"En No quiero decirte adiós -la quinta historia con Walenski- Gusmán vuelve a ese río turbio que solo es soportable con un pañuelo en la nariz, junto al club Regatas. Ese universo de desapariciones misteriosas y oficios en extinción donde la acción y el diálogo se precipitan y aceleran como bólidos descontrolados; en la ciudad de Avellaneda, una vez más protagonista. Siempre haciendo un pase mágico con algún relato enmarcado o carta imprevisible que deja ver las aristas prohibidas de los amantes o los incestos, todo eso conforma la piel y la carne de la novela por la que circula el enamoradizo Walenski. Allí va Walenski, otra vez pendulando entre perseguir el deseo y no trastabillar por las venganzas ajenas, entre agencias de dobles de riesgo o informantes que se anexan a ese museo de criaturas que vienen desde atrás para anunciarnos que van a desaparecer.